Una entrevista extraordinaria de Xavier Montsalvatge a Joaquín Rodrigo
La entrevista de Xavier Montsalvatge con Joaquín Rodrigo
para la revista “Destino” de Barcelona en 1953 fue publicada con muchos meses
de retraso y Montsalvatge se excusaba ante Rodrigo diciendo “Nunca es tarde
cuando la dicha llega...Espero no haber traicionado tus opiniones. Serán muy comentadas.”
“La vida y la obra de Joaquín Rodrigo – por Xavier
Montsalvatge"
Es bastante extendida la creencia de que los músicos viven
obsesionados por su oficio pero indiferentes y hasta refractarios a cuantos
problemas estéticos tienen planteados el arte en general. Eso explica que años atrás fuera tan celebrada una anécdota que
ilustra sobre este supuesto estado de opinión. Se dice que una vez hablaban de arte Wanda Landowska y
Augusto Rodin. “¿Por qué,” parece
que preguntó la célebre clavecinista al no menos famoso escultor –“ no completa
usted la Venus de Milo moldeándole los brazos?” “¡Qué estupidez!” – contestó éste. ¡Semejante idea sólo puede salir de la mente de un
músico!” Es dificil asegurar la
veracidad de este diálogo, que citamos para poner en evidencia cuán reñido está
el significado que ha querido dársele con las opiniones de algunos músico,
Joaquín Rodrigo entre ellos. No pudiendo
interesarse por otro arte que el de los sonidos y aislado, a causa de su
ceguera, del mundo visual, Joaquín Rodrigo abarca con su espíritu afilado,
hipersensible, toda la belleza que puedan crear y descubrir los videntes. No necesita para ello ocuparse de otra
cosa que de la música.
Cuando Rodrigo conversa, trascienden en sus palabras mil
sugestiones que nos descubren una personalidad caudalosa a la que ninguna
inquietud del artista contemporáneo es ajena. Por eso hemos querido que nos hablara de su vida, su obra y
sus ideas, seguros de que aportaría un interesante punto de vista a la imagen
que nos hemos forjado de su
personalidad a través de los varios textos que la han analizado y estudiado. El compositor no vacila evocando sus
más lejanos recuerdos.
Músico tardío
“No he sido un compositor prodigio” – empieza diciéndonos -,
“aunque me interesé por la música desde niño. Mis primeros recuerdos son de Valencia, adonde mi familia se
trasladó cuatro años después de haber yo nacido. Desciendo de labradores y eso
me enorgullece. Mi padre era un
terrateniente de envergadura y hasta entonces, había vivido en Sagunto con mi
madre, aldeana con cierta sensibilidad por la música. Era el pequeño de diez hermanos. Musicalmente me formé solo. Con la preciosa ayuda del gramófono y la pianola. ¡Cuanto había gozado con el oido pegado
a la trompa de lirio del fonógrafo escuchando los filados de Caruso en “El
pescador de perlas” o el Ave María de “Otello” cantada por la Melba!
En seguida me tentó la composición, pero tardé en
atreverme. No escribí balbuceos y
ensayos infantiles. A los veinte
años compuse la primera “Suite” para piano, en la que considero ya explicadas
mis inquietudes y todos mis propósitos, que luego no han hecho más que madurar
sosegadamente. En 1924, la
Orquesta de Valencia, que dirigía José María Izquierdo, me lanzó y tuve las
primeras críticas de mi “Ensayo Sinfónico”. Estudiaba junto con Manuel Palau, que es ocho años mayor que
yo. Era una época de
apasionamiento por las novedades que nos llegaban de fuera. Me hacía mandar la “Revue Musicale” y
todo lo interesante que se publicaba en París. España estaba entonces mucho más “a la page” que ahora,
gracias, sobretodo a Fernández Arbós.
Se estrenó el “Daphnis et Cloe”, que causó una gran sensación. Pérez Casas dió “La Valse” dos años
después de su estreno en Paris.
Conocí maravillado “Le Sacre du Printemps”, “Petrouchka” y lo mejor de
los contemporáneos, en perfectas
transcripciones para pianola.
Ravel vino a Valencia...Era – yo igual que todos los que nos tomábamos
la música en serio – una hechura de Adolfo Salazar, quien ha ejercido en el
desarrollo de la vida musical española una influencia enorme, imposible de
superar.
(Continuará...)
Entrevista Recogida en “Escritos de Joaquín Rodrigo”.
Recopilación y comentarios de Antonio Iglesias, Editorial Alpuerto, Madrid,
1999.
Traducción de Katherine Zegarra
An extraordinary
interview with Joaquín Rodrigo by Xavier Montsalvatge
Xavier Montsalvatge’s interview with Joaquín Rodrigo in 1953 for the magazine “Destino” in Barcelona was published with a delay of many months. Montsalvatge apologized to Rodrigo, saying “It is never too late to set things straight...I hope I haven’t betrayed your opinions. They will bring many comments.”
The life and works of
Joaquín Rodrigo, by Xavier Montsalvatge
It is a widespread belief that musicians are obsessed with their craft but indifferent and even resistent to any problem of aesthetics posed by art in general. This explains why years ago the anecdote which illustrates this supposed state of opinion was so famous. It is said that Wanda Landowska and Auguste Rodin were speaking about art.
The famous harpsichordist asked the no less reknowned sculptor “Why don’t you complete the Venus de Milo by shaping her some arms?” “What stupidity!”, responded Rodin. “That is an idea that could only come from a musician’s mind!”
It is difficult to verify the truthfulness of this dialogue, which we quote here only to underline the contrast between what is insinuated and the opinions of some musicians, among them Rodrigo.
Unable to take an active interest in any art other than that of sounds, and isolated from the visual world due to his blindness, Joaquín Rodrigo encompasses with his sharpened and hypersensitive spirit, all the beauty which can be created and discovered by those endowed with vision. To do this, he needs only music.
In a conversation with Rodrigo, his words convey a thousand suggestions that reveal a rich personality to which no concern of the contemporary artist is alien. For that reason, we asked him to speak about his life, his works and his ideas which are certain to provide an interesting angle to the image we have forged of him from the various studies and analyses published to date. The composer does not hesitate to evoke his most distant memories.
Belated start as a
musician
“As a composer, I was not a child prodigy,” Rodrigo begins, ”although I was interested in music since the time of my childhood. My earliest recollections are of Valencia where my family moved when I was four years old. I am proud to say that I am a descendant of farmers. My father was a landowner of considerable importance and until that time, had lived in Sagunto with my mother, a villager with a certain sensitivity for music. I was the youngest of ten children. My training in music was all on my own. With the precious help of the gramophone and the pianola. How I used to love to press my ear to the lily-shaped horn of the phonograph listening to the falsettos of Caruso in “The Pearl Fishers” or the Ave María from “Othello” sung by la Melba!
I was soon tempted to compose, but I was late in daring to do so. I never made any early attempts or experiments in my childhood. At the age of twenty I composed the first “Suite” for piano, which I believe contains my concerns and all my aims that later have slowly continued to mature. In 1924, the Orchestra of Valencia, directed by José María Izquierdo, launched my music and I received the first reviews of my “Symphonic Essay”.
I studied together with Manuel Palau, who was eight years older. It was an era of passion for the novelties that arrived from abroad. I had the “Revue Musicale” sent to me and everything of interest that was published in Paris. Spain was much more up to date than it is now, thanks particularly to Fernández Arbós. “Daphnis et Cloe” was premiered and caused a great sensation. Pérez Casas gave “The Waltz” two years after its’ premiere in Paris. I marvelled at “Le Sacre du Printemps”, “Petrouchka” and the best of contemporary composers, which I heard in perfect transcriptions for the pianola. Ravel came to Valencia... All of us who took music seriously followed in the manner of Adolfo Salazar, whose enormous influence on the development of Spain’s musical life is impossible to equal.
(to be continued...)
Interview published in “Escritos de Joaquín Rodrigo.
Recopilación y Comentarios de Antonio Iglesias. Editorial Alpuerto, Madrid,
1999.
Translation by Katherine Zegarra
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