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Prólogo de Joaquín Rodrigo al libro de Juan Riera sobre Emilio Pujol. Publicado en 1974

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Dedicatoria de Emilio Pujol al maestro Rodrigo en el ejemplar del libro que se conserva en la Fundación Victoria y Joaquín Rodrigo Corría el año de 1926 cuando tuve la fortuna de conocer a Emilio Pujol. Acababa yo de escribir mi primera obra para guitarra, “Zarabanda lejana”, que más tarde publicaría Pujol en su colección de las ediciones “Max Eschig” y tuvo para mi obra cálidas y animosas palabras que tanto habían de influir en mi futuro musical para este instrumento. Desde entonces nuestra amistad no ha hecho más que acrecentarse.             Desde sus primeros conciertos, Pujol supo hacer un culto del sonido. Era el suyo dulce y denso, a la vez que calaba muy hondo en nuestra sensibilidad y avivaba la más profunda emoción. El amor por la guitarra le llevó muy pronto a estudiar su historia desde sus orígenes y a lo largo de los siglos y sobre ésta, hace algunos años desconocida materia, le debemos los más completos estudios